EL CABALLO, EL VENADO Y EL CAZADOR
Un
caballo decidió vengarse de un ciervo que lo había ofendido y emprendió
la persecución de su enemigo. Pronto se dio cuenta de que solo no
podría alcanzarlo y pidió ayuda a un cazador.
-- Si quieres cazar un hermoso venado -- dijo al cazador --, te conduciré donde se encuentra y así podrás utilizar su carne, su piel y su cuero. Monta en mí e iremos en su busca.
Partieron al punto, pero por mucho que corrieron no pudieron alcanzar al ciervo, que se escondió en lo más intrincado del bosque.
-- Como no has podido cazarlo -- dijo el caballo al cazador --, apéate, déjame en libertad y continúa viviento como lo has hecho hasta hoy.
-- De ninguna manera -- repuso el cazador --. Estás en mi poder y sé lo que vales, vivirás sometido a mi voluntad y servicio por el resto de tu vida.
-- Si quieres cazar un hermoso venado -- dijo al cazador --, te conduciré donde se encuentra y así podrás utilizar su carne, su piel y su cuero. Monta en mí e iremos en su busca.
Partieron al punto, pero por mucho que corrieron no pudieron alcanzar al ciervo, que se escondió en lo más intrincado del bosque.
-- Como no has podido cazarlo -- dijo el caballo al cazador --, apéate, déjame en libertad y continúa viviento como lo has hecho hasta hoy.
-- De ninguna manera -- repuso el cazador --. Estás en mi poder y sé lo que vales, vivirás sometido a mi voluntad y servicio por el resto de tu vida.
NO DEBEMOS TENDER LAZOS A NADIE
SI NO QUEREMOS CAER EN ELLOS.
SI NO QUEREMOS CAER EN ELLOS.
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Y esta es la segunda, de Félix Mª de Samaniego (le he añadido el final, que no venía en el libro, para que la entendáis mejor):
EL CABALLO Y EL CIERVO |
Perseguía un caballo vengativo
a un ciervo que le hizo leve ofensa; mas hallaba segura la defensa en su veloz carrera el fugitivo. El vengador, perdida la esperanza de alcanzarlo, y lograr así su intento, al hombre le pidió su valimiento, para tomar del ofensor venganza. Consiente el hombre, y el caballo airado sale con su jinete a la campaña; corre con dirección, sigue con maña, y queda al fin del ofensor vengado. Muéstrase al bienhechor agradecido; quiere marcharse libre de su peso; mas desde entonces mismo quedó preso, y eternamente al hombre sometido. El caballo, que suelto y rozagante en el frondoso bosque y prado ameno su libertad gozaba tan de lleno, padece sujeción desde ese instante. Oprimido del yugo ara la tierra; pasa tal vez la vida más amarga; sufre la silla, freno, espuela, carga, y aguanta los horrores de la guerra. En fin, perdió la libertad amable por vengar una ofensa solamente. Tales los frutos son que ciertamente produce la venganza detestable. |
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